TTE235

con cursos con temáticas referidas a antropología política, económica, genero,

patrimonio, interculturalidad, territorio, desarrollo, etc., cursos y experiencias

que generaron en mí, una concepción amplia de corrientes teóricas y temas

antropológicos, que me llevaron a una visión holística de la disciplina, desde

donde tomo la perspectiva de que los contextos sociales son complejos y deben

ser abordados en consideración de lo social, político, cultural, económico, étnico,

etc., y de que el antropólogo es un agente social histórico, portador de una

disciplina y conocimientos que pueden ser herramientas de acción social,

histórica y política, en tanto también somos agentes sociales activos, portadores

de vida y futuro que pueden ejercer en el ámbito aplicado de la disciplina, de la

acción directa e involucrada en el desarrollo de la vida social y de los intereses

de grupos confrontados.

Pues bien, lo simbólico emana desde el mismo objeto de estudio, la casa de

Lautaro donde vivió el poeta Jorge Teillier Sandoval, inmueble que es reconocido

por diversos agentes sociales y representa la trayectoria de Jorge Teillier, una

época y contexto social y una parte de la literatura en Chile, por lo que tanto mi

labor disciplinaria, como el trabajo de equipo, se fundamentó en el valor

simbólico de la casa, siendo que también, tanto desde el equipo de la OTRA,

como desde diversos agentes sociales, se aceptó y se dio por entendido, como

parte del imaginario social y como un hecho, que el tesoro de la casa reside en su

valor simbólico.

Ahora bien, el hecho de adoptar un enfoque simbólico que me permitió hablar y

escribir sobre el valor de un bien cultural, sobre la inmersión a la profundidad del

sentido, sobre los significados e interpretaciones de una casa, suena abstracto,

demasiado antropológico para algunos, aunque en lo particular las teorías

simbólicas me parecen una buena herramienta a la hora interpretar, explicar y

comprender el mundo social, sus cambios, turbulencias y conflictividades.

Pues durante mis años de estudio en la carrera, fue común escuchar las conversas

y palabras de muchos compañeros que decían, que el antropólogo no tiene futuro

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