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Latinoamérica disponen, en su repertorio topográfico de un término específico para
designar a esos lugares estigmatizados y situados en lo más bajo del sistema
jerárquico de los sitios que componen una metrópolis”. (ibid.:113).
En particular, la historia de los campamentos en Chile está estrechamente vinculada
a las reivindicaciones sociales de los movimientos de pobladores. Durante la década
de 1950’ y propiciado por la ausencia de un programa adecuado que garantizara la
vivienda popular, los partidos obreros inician movilizaciones de ocupación ilegal de
terrenos y la formación de ‘callampas’ (Castells, 1973). Manuel Castells señala que
ante el fenómeno migratorio campo-ciudad saturó la débil estructura habitacional de
las ciudades, principalmente de Santiago, generando una forma urbana deteriorada
espaciales, de salubridad y acceso a servicios.
Cómo resultado de este fenómeno surge el “conventillo”, la “callampa” y la “población”
(Castells, 1973). Para los intereses de esta investigación, es importante señalar que,
la emergencia de los “campamentos”, en términos de Castells, se caracteriza no sólo
por ser un asentamiento urbano producto de los problemas de habitabilidad
acarreados de la década de 1950’, sino también por la organización y contenido
político de sus habitantes. En este sent ido, “la denominación de ´campamento´ no
sólo conlleva un sentido de asentamiento precario sino también uno de lucha”.
(Castells [1973] en Benavides y Morales, 1982:10). De igual manera, estos espacios
son conocidos “internamente y desde afuera como "las zonas de no derecho”, “los
sectores en problemas”, los barrios “prohibidos" o “salvajes” de la ciudad, como
territorios de privación y abandono a los que se debe temer, de los que hay que huir
y es necesario evitar pues constituyen focos de violencia, vicio s y disolución social”
(Wacquant, 2007: 13); sin embargo, los campamentos también son espacios de
esperanza y anhelo de vida digna, aspectos que se analizaran a partir de la
experiencia de los pobladores que transitan desde el establecimiento de un
campame nto hasta la constitución del “sueño de la casa propia” como culminación de
del esfuerzo colectivo expresado en movimientos de pobladores.
En esta etapa se desarrollan “nuevas identidades en la ciudad; una identidad laboral
asociada a la actividad de las industrias, una cultura obrera que se realizaba entre el
espacio de trabajo y el barrio donde se habitaba, un núcleo familiar propietario de un
sitio en la ciudad, una identidad barrial que se auto construía” (Santibáñez, 2004:718).
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