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déficit arrastrado desde la dictadura. Sin embargo, en términos cualitativos, muchas

de las viviendas sociales entregadas por el Estado no satisfacían la demanda de

espacio para familias de 5 o más integrantes, generando problemas de hacinamiento.

Por otra parte, en términos estructurales, la calidad de las viviendas era deficiente

debido a los materiales utilizados. Y, en último término, las zonas donde se construyó

carecieron de estudios de impacto que previeron la integración de aquellas viviendas

sociales con el resto de la ciudad. Básicamente, se construyó en sectores periféricos,

en cuyo entorno no se consideró integrar servicios ni garantizar el acceso a salud,

educación y transporte de los pobladores.

Con una ciudad que se les niega, los pobladores ven con buenos ojos el retorno a los

campamentos; un espacio flexible y moldeable a las necesidades y tamaño de las

familias, donde además existían redes de asociación vecinal, las cuales

desaparecieron ante el carácter individualista que prevaleció en las poblaciones

reubicadas. La segregación socioespacial recae sobre los pobladores y los espacios

territorializados por estos. El estigma territorial (Wacquant, 2007) no sólo abarca la

dimensión socio-espacial del campamento y las poblaciones reubicadas, sino que

también se experimenta a partir del trato que el Estado y sus instituciones brindan a

estos espacios. Esto es, una relocalización de grupos humanos que, descuidados por

el Estado, se transforman junto con su entorno en una zona de exclusión social

(Brites, 2010).

Por otra parte, nuestra propuesta se plantea en dos dimensiones de análisis: una de

caracterización identitaria y otra a partir de las organizaciones de lucha por la vivienda,

es necesario dar cuenta de un hallazgo importante al enfrentarse a los trabajos

seleccionados. Si bien, existe concordancia entre los autores estudiados sobre la

relevancia de la dictadura cívico-militar (1973) como un punto de inflexión en el

desarrollo del movimiento de pobladores, también nos encontramos con el caso

estudiado de Aucapan (2015) sobre la población Menzel en Valdivia, que debe su

origen a la necesidad de reubicar un campamento producto de un desastre socio

natural (Díaz Crovetto, 2015), el terremoto de Valdivia en el año 1960.

Finalmente, consideramos que nuestro trabajo de búsqueda y revisión bibliográfica

aporta un estado del arte sobre cómo la antropología chilena ha estudiado la

emergencia de los campamentos, las características de sus pobladores, sus formas

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