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arqueológicos de nuestro pasado se conectan necesariamente con un espacio físico determinado y
con paisajes sociales de significación, que conforman un conjunto de elementos que se deben
valorar contextualmente. Los sitios arqueológicos se pueden relacionar por sus vínculos
ambientales a categorías de paisajes mapuche presentes en el Wallmapu como winkul, menoko,
malliñ, lil, mawidantu, lemun, entre otros, que son espacios de relevancia social por sus
condiciones naturales de biodiversidad y ser reservorios de plantas medicinales o lawen, que
benefician la salud de la comunidad. Asimismo, son considerados de gran importancia por ser
espacios sagrados en que habitan Ngen que son espíritus protectores de los lugares que mantienen
el equilibrio entre estos lugares y los seres humanos. Por tanto, desde este enfoque, la transgresión
de estos paisajes se puede considerar como un daño que multifactorialmente afecta la existencia y
al territorio desde aspectos económicos, sociales, de salud física y espiritual de los individuos o
toda una comunidad.
En el pasado también evidenciamos patrones de racionalidad socio-culturales diversas, que
en ocasiones también se enfrentaban, siendo una forma de acercarse a estas, evaluar el impacto en
el paisaje mediante la evidencia arqueológica, ya que, a partir de esta, podremos evaluar qué tipo
de procesos se estaban dando en momentos específicos. Si bien es posible estudiar estas
racionalidades y simbolismos, a nivel arqueológico es mucho más complejo aseverar de forma
contundente aquellos limites abstractos, por lo que cobra relevancia las metodologías
arqueológicas de intervención y tratamiento de los sitios, ya que solo mediante un estudio riguroso
del pasado podremos interpretar aquellas racionalidades.
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