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sociales y comunidad en general, poniendo en conocimiento el componente arqueológico conocido
y registrado en las comunas.
Por otro lado, la aplicación de la “Carta Arqueológica con Categorías de Protección” dentro
de las instituciones de gobernanza local para la contemplación de esta, en temas de ordenamiento
territorial y se integre como herramienta en las políticas públicas que lo requirieran.
Además, apremia la aplicación de las tecnologías, en que mediante un estudio situado
territorialmente se propone un modelo innovador como el “Modelo de Permeabilidad del Espacio
de Temuco y Padre Las Casas”, para instaurar el criterio de presunta existencia del componente
arqueológico en el territorio, a partir de las características de potencialidad de un espacio de haber
sido ocupado en el pasado, en conjunto con la evidencia ya conocida, que nos permite tener
consideración especial en aquellos espacios.
Si bien existe una amplia normativa nacional e internacional ¿cómo podemos hacer más
efectiva la protección del patrimonio cultural? muchos abogarán en que debe haber más resguardo
o se debieran endurecer las penas, pero hay que dirigir los esfuerzos más allá y procurar entregar
un mensaje que pueda actuar preventivamente, es decir, desarrollar educación patrimonial que
promueva el desarrollo de la cultura y los derechos culturales de las personas. Debemos hacer el
ejercicio de autocrítica como sociedad e individuos, y replantearnos las formas de convivir con
aspectos intangibles que no han tenido la debida relevancia en los paradigmas imperantes en la
actualidad.
También, desde la institucionalidad, deberían afrontar los desafíos que implica retomar o
“hacerse cargo” de las faltas del pasado con respecto a la gestión patrimonial arqueológica y
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