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que este desarrollado y tenga avances en su propósito, será de gran importancia e incidencia el uso
de este cuerpo de datos, tanto para desarrollar investigación como para la gestión patrimonial y de
la información.
Para que el Registro Nacional de Sitios sea implementado de manera exitosa, en esta
ocasión se deberá exigir desde la institución su aplicación supervisando desde el uso del
instrumento hasta la recepción del documento al CMN, quien deberá facilitar un material que sea
comprensible y sin errores que puedan entrampar al usuario para que posteriormente este trabajo
rinda los frutos esperados que irían en beneficio de las medidas de gestión, protección y valoración,
además de integrarse efectivamente como un recurso presente en el territorio incidiendo y
haciéndose presente en diferentes ámbitos de la sociedad.
Es aquí donde los arqueólogos de igual manera cumplen un rol fundamental en que durante
el ejercicio de su trabajo, hagan uso de los elementos disponibles e instrumentos recomendados
para una buena documentación, no solo de los presentados por el CMN, si no también otros
complementarios. Ya que es esta una forma estandarizada de recolección de datos no es la más
completa, ni específica, y se omiten muchos otros componentes que forman parte de la evidencia,
que de igual manera debieran ser recogidos. Incluso si se piensa más allá del Registro Nacional de
Sitios, se debiera procurar la obtención de un mínimo de datos independiente de los informes
arqueológicos que se deben presentar ante el CMN, y sean compartidos sin tantas dificultades a la
sociedad en general como a los profesionales especializados.
Es indispensable que, si hasta hoy una ciudad como Temuco y Padre Las Casas, con las
características y particular densidad de sitios arqueológicos no ha implementado planes de manejo
para estos, cuanto antes atiendan esta demanda. Tal como comentan Romero y Ajata (2014):
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