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excavación principalmente, “las que han de ser excepcionales (ya que la APre busca

excavar lo menos posible, y así conservar los sitios para el futuro), teniendo conciencia de

que, del sitio excavado lo único que quedara será la documentación y materiales que de él

se extraigan” (Querol, 2020, p. 322).

En este caso solo nos enfocaremos en los procedimientos de primera fase, que van en busca

de reforzar los actuales mecanismos de protección de los sitios arqueológicos y otorgarles más

herramientas que son necesarias para la protección, conservación in situ de los hallazgos y los

contextos, mediante la planificación territorial y creación de zonas protegidas que deberán tener

un tratamiento especial acorde a lo aquí establecido.

De acuerdo a Verdugo, este tipo de planeamientos ya reconocidos en diferentes normas en

Europa, y representados en Cartas Arqueológicas, permiten conocer el patrimonio de un territorio

para facilitar su tutela, mediante la declaración de Zonas Arqueológicas, y su protección

incorporándolas a los instrumentos de planeamiento urbanístico, facilitando el diseño de

estrategias de desarrollo sostenible (Verdugo, 2017).

Si bien estas propuestas de gestión y medidas de protección van dirigidas principalmente a

los monumentos conocidos hasta hoy, ¿es posible orientarlas a un resguardo preventivo para

futuros monumentos arqueológicos que sean detectados? ¿Es posible pronosticar la ubicación de

sitios arqueológicos?

Para responder estas interrogantes debemos situarnos en las posibilidades que tenemos hoy

en día, y responder de acuerdo a los medios que se disponen. Por lo que podemos afirmar que, no,

no es posible acertar concluyentemente sin equivocación un pronóstico de ubicación de sitios

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