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Figura 11. Esquema de circulación del agua en una ladera. Extraído de González de Vallejos et al. (2002).
Entre los factores que afectan el comportamiento de una ladera relacionados con la presencia
de agua, se pueden identificar la lubricación, que reducen la resistencia y la fricción a lo largo
de discontinuidades (Salazar, 2019); las presiones de poros que disminuyen la presión
efectiva y la resistencia al cortante; y el aumento de densidad, que aumenta los esfuerzos de
cortante, disminuyendo el factor de seguridad de los deslizamientos (Suárez, 2009).
La permeabilidad es una propiedad básica del suelo y juega un papel importante en el balance
que debe existir entre la generación de presiones de poros y su disipación, siendo fundamental
para la iniciación del movimiento (Aristizábal et al., 2010). Laderas conformadas por suelos
con baja permeabilidad se ven afectadas por eventos de precipitación de menor intensidad
pero de mayor duración, o denominadas precipitaciones estratiformes, ya que reduce la
succión del suelo, causando incremento en el coeficiente de permeabilidad, existiendo una
mayor permeabilidad a la infiltración del suelo, reduciendo la resistencia del cortante.
Mientras que laderas conformadas por suelos de alta permeabilidad la estabilidad es afectada
fuertemente por lluvias de corta duración y gran intensidad, o denominadas precipitaciones
convectivas, ya que aumenta la humedad, la zona saturada y el nivel freático, generando una
reducción de los esfuerzos resistivos por el aumento en las presiones de poros (Aristizábal et
al., 2010; Salazar, 2019).
Por lo tanto, dependiendo de las propiedades del suelo y el contenido de agua en la
infiltración, disminuirán las fuerzas resistentes (cohesión y succión) y aumentaran las fuerzas
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