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generado una ola de confrontaciones xenófobas, que eventualmente
repercuten en los ciudadanos emigrantes, reduciendo las posibilidades de
desarrollarse fuera de su país natal (www.elpais.com, n.d.).
En un reciente informe de la OEA, se advierte que la creciente migración de
venezolanos superará los cinco millones de personas para finales del presente
año y que esta sería la segunda mayor crisis de migrantes y refugiados en el
planeta, después de la ocurrida en Siria. Dicho informe, también destaca que
la crisis humanitaria, la violencia generalizada, el colapso económico, la
violación de derechos humanos y el control social son las principales
determinantes en la migración forzosa de millones de venezolanos.
El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, afirmó que la crisis venezolana
continuará empujando a gente de su país a emigrar a otros. “Con más de 3,4
millones, los venezolanos son la segunda población con más refugiados en el
mundo, solo superada por Siria que lleva 7 años en guerra. Y los pronósticos
señalan que a fines de 2019 el éxodo alcanzará los 5,4 millones de personas”,
sostuvo.
La llegada de emigrantes también ha traído a los países receptores una fuerte
presión laboral, y economistas colombianos han expuesto su preocupación,
señalando que en el corto plazo esto se refleja en la caída de los salarios
(OEA, 2019).
Solo recientemente, hacia 2010, Venezuela dejó de ser un país de destino
para convertirse en un país de origen de emigrantes. Basta decir, que partir
del 2017 el flujo se ha incrementado a países de acogida tradicionales como
Estados Unidos, España o Colombia pero al mismo tiempo los destinos se han
diversificado al resto de Sudamérica, según un análisis de la Organización
Internacional para las Migraciones (OIM). Las salidas hacia el sur de
continente aumentaron más de un 900% entre 2015 y 2017.
“En general la inmigración venezolana ha sido bien recibida y los Estados
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