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comunicación con ambientes de valles, cordilleranos y costeros, y aprovechamiento de las
condiciones ambientales para la intensificación de sus actividades económicas y de subsistencia.
De acuerdo con Ocampo et al. “ la estructuración del espacio, los rasgos observados y los
restos materiales recuperados evidencian la definición de un espacio doméstico que muestra
similitudes con la concepción de ruka mapuche, documentada histórica y etnográficamente para
estos grupos” (Ocampo et al., 2005, p. 193), pero que producto de las características ambientales
y por ende, de conservación, son mínimamente documentadas en el registro arqueológico.
Es importante mencionar que en el centro sur de Chile el registro arqueológico
prehispánico, no se asocia a una monumentalidad como la relacionada con otras culturas de los
Andes centrales o Mesoamérica, expresándose de una forma particularmente menos evidente, no
obstante, no sin menos importancia ni ausencia de transformación paisajística. Respecto a ello, se
observa “la geografía sagrada de los araucanos como una forma de monumentalismo” (Dillehay,
2007, p. 318) que cuenta con paisajes simbólicamente interactivos, delimitaciones topográficas
específicas y con estéticas concretas completas de significaciones. Estos paisajes socio-naturales
representaron construcciones significativas en concordancia con el espacio en que se realizaron,
poseyendo fuerza simbólica en que la sociedad, cultura y naturaleza convergen como
constituyentes una de la otra.
Respecto a ello un elemento cultural del centro sur de Chile que queremos distinguir como
evidencia de la transformación del paisaje son los Kuel o montículos artificiales que están ubicados
en diversos lugares en las provincias de Malleco, Cautín y Valdivia, aunque son los de Malleco,
específicamente los Kuel de los valles de Purén y Lumaco, los más estudiados con persistencia
cultural hasta relativamente t iempos actuales. A estos, “se les asocian factores sociales, ideológicos
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