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1980), Convención para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado y sus

dos protocolos (de 1956, ratificada en 2008), Convención para la salvaguardia del patrimonio

cultural inmaterial (de 2003, ratificada en 2008) y Convención sobre las Medidas que Deben

Adoptarse para Prohibir e Impedir la Importación, la Exportación y la Transferencia de Propiedad

Ilícitas de Bienes Culturales (de 1970, ratificada en 2014). Estas convenciones representan un

corpus legislativo que establecen obligaciones para el Estado, ciudadanos y profesionales, que

contribuyan en prácticas éticas de protección de los patrimonios culturales y naturales en los países

asociados.

Asimismo, nuestro país se ha comprometido con las recomendaciones y estándares

internacionales en la reducción del riesgo de desastres, por ejemplo, adhiriéndose a los Marcos de

Acción de Hyogo (2005-2015) y de Sendai (2015-2030) con los que se avanza en el

reconocimiento del carácter transversal del riesgo de desastre en todas las dimensiones del

desarrollo (Quiroga, 2018), reconociendo el necesario trabajo de la gestión y acciones vinculantes

entre diferentes esferas del ámbito social para su óptimo progreso. El Marco de Sendai para la

Reducción del Riesgo de Desastres 2015- 2030, recomienda a nivel nacional y local: “d) Proteger

o apoyar la protección de las instituciones culturales y de colección y otros lugares de interés desde

el punto de vista histó rico, religioso y del patrimonio cultural” (Naciones Unidas, 2015, p. 19).

Mencionando que es el Estado que posee la obligación de llevar a cabo estas gestiones, pero puede

ser una responsabilidad compartida con otros agentes interesados. Además hace hincapié en la

urgencia de las medidas de prevención: “es fundamental prever el riesgo de desastres, planificar

medidas y reducirlo para proteger de manera más eficaz a las personas, las comunidades y los

países, medios de subsistencia, salud, su patrimonio cultural, activos socioeconómicos y

ecosistemas, reforzando así su resiliencia” (Naciones Unidas, 2015, p. 10).

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