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estos conjuntos están constit uidos por formas espaciales” (Criado -Boado, 1999, p. 10), por tanto,

se pretende aplicar en esta investigación, como un estudio o análisis del contexto, espacio social y

físico en el que están y son detectados los sitios arqueológicos.

La noción de contexto, Criado Boado, la extrae de Hodder, quien se refiere a este concepto

como “la matriz de variaciones significativas de/para un objeto o fenómeno dado”.

Comprendiendo entonces por contexto y contexto arqueológico:

no sólo la acepción estrecha que se refiere a la situación tridimensional y relaciones

de proximidad de un determinado ítem arqueológico dentro del depósito arqueológico que

lo contiene, sino la trama de eventos que son relevantes para comprender, posibilitar o

predecir las variaciones de un evento dado (Criado-Boado, 1999, p. 11).

Más adelante precisa que por contexto comprende “aquella parte o subconjunto del sistema

de saber-poder, de un código estructural o de un sistema de variaciones que es especialmente

significativa y determinante pa ra un fenómeno dado” (Criado -Boado, 1999).

Por ende, contexto, traducido en una trama de eventos que nos posibilitan comprender y

predecir afecciones de un evento o fenómeno dado, como lo son las aplicaciones o usos sobre un

espacio por parte de las sociedades, las conoceremos a partir del estudio sistemático de las

variables o elementos que forman parte de algunas de sus dimensiones, en este caso, un espacio

físico y entorno social determinado.

Por consiguiente, de acuerdo a la propuesta teórica y metodológica de Criado Boado, en la

Arqueología del Paisaje, se debe realizar una deconstrucción del objeto de estudio, en tanto

significa “extraer los niveles que constituyen una realidad para descubrir su morfología y

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