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configuración interna”, como también conlleva “descomponer el espacio social prehistórico para
estudiarlo y evitar que el estudio reproduzca los rasgos del horizonte de racionalidad del estudioso”
(1999, p. 12).
Según el autor, el análisis formal del espacio arqueológico “es un examen completo de un
espacio dado”, y responde a la lógica de zoom a los diferentes niveles del espacio. Es un análisis
de las formas materiales concretas que constituyen el paisaje, tanto las naturales como las
artificiales… Como lo son el patrón de emplazamiento, configur ación espacial concreta,
articulación interna del espacio, función social, visibilidad y condiciones de visibilización,
movimiento y acceso (Criado-Boado, 1999, p. 20).
El objetivo del análisis formal en la arqueología del paisaje es descubrir la lógica no visible
de un espacio arqueológico que conocemos sólo de forma fragmentada (Criado-Boado, 1999, p.
23).
Guiándose por el modelo presentado (Criado-Boado, 1999) proponen comparar entre sí los
modelos formales de organización del espacio desprendidos del estudio de diferentes códigos
arqueológicos. Para comparar estos casos no se utiliza la analogía por todos conocida, que realiza
comparaciones que llegan a estar equivocadas, por su simplista comparación de hechos
inconmensurables. Si no que presentan el con cepto de analogía débil en que se “asume como
principio la existencia de una diferencia radical entre los fenómenos; es una operación que actúa
en negativo para no anular la identidad del otro mediante la fuerza de la identidad de partida”
(Criado-Boado, 1 999, p. 12). Por lo que aclara que “entenderemos por analogía débil al
establecimiento de una correspondencia entre dos fenómenos que se aproximan, pero que están
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