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operación de fuerzas homogeneizadoras que inhiben o limitan la innovación,
adaptación y flexibilidad, de tal modo que explican muchos de los problemas
de la implementación de los programas sociales:
• Inercia y rigidez institucional, es usual que los diseños procuren
asegurar la regularidad, continuidad y estabilidad de la operación y
someterla a control permanente a través de la estandarización de las
tareas. En suma, la rigidez y el formalismo inhiben la flexibilidad y la
posibilidad de incorporar el aprendizaje acumulado.
• Debilidad de las capacidades analíticas y de gestión, y transferencia de
políticas, incapacidad para el análisis de problemáticas contextuales
propias, ya que se implantan conceptos, teorías de intervención y
modelos organizacionales sin un examen riguroso de la calidad de los
contextos institucionales y de las capacidades efectivas para su
implementación.
• Transferencia de la ejecución de programas a los niveles subnacionales
de gobierno (región, provincia, gobierno local) manteniendo el control
financiero de gobiernos centrales que preservan sus capacidades para
definir estándares y criterios operativos, brindar asistencia técnica y
capacitación, y ejercer el control programático.
• Apremios fiscales y centralización. Los programas se ejecuten con
sobresaltos permanentes, que se deben a la precariedad de los
acuerdos sociales, a cambios en las conducciones organizacionales y
a la incertidumbre con respecto a la disponibilidad efectiva de recursos,
imponiendo restricciones severas al uso de los recursos
presupuestarios y al ejercicio de las capacidades de decisión de los
operadores.
• Marcos normativos genéricos. Las normas a las que la gerencia se
debe sujetar carecen de la claridad y de la estabilidad necesarias para
facilitar una operación eficiente y la coordinación entre ámbitos y
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